LA ISLA DE MIL CARAS
Subir a la cima de un volcán. Contemplar puestas de sol, amaneceres. Apreciar la forma de las nubes, el estrato orográfico en Famara. Admirar el cielo nocturno, mirar al horizonte.
Mi curiosidad siempre me ha conducido a buscar nuevos rincones y ángulos para observar los contrastes paisajísticos entre las distintas partes de la isla y las distintas estaciones.
Con esta exposición mi intención es mostrar cómo una isla relativamente pequeña puede
ser tan diversa y albergar paisajes de postal muy distintos entre sí, desde la Hora Azul en una playa de ensueño, hasta un rayo durante una tormenta.
Quiero contarles, en definitiva, cómo es Lanzarote desde mi punto de vista, la expresión de una pasión por compartir y también, por qué no, un estímulo para descubrir Lanzarote.
Si llegado hasta aquí te has quedado con ganas de saber más sobre mi trabajo, te invito a que me sigas por redes: @gustavomedinaphoto
GUSTAVO MEDINA
Entre los recuerdos de mi infancia están las visitas que hacía siendo niño con mi padre, allá por la segunda mitad de los ochenta, a una de las zonas vitivinícolas de la isla donde tenía unas viñas. Es una zona de Lanzarote de gran valor paisajístico llamada La Geria. En estas plantaciones, se localiza una de las curiosidades de esta isla, singular y de obligada referencia.
En las erupciones volcánicas de Timanfaya (1730-1736) esta zona, anteriormente muy fértil, quedó devastada. Sin embargo, pronto el agricultor lanzaroteño se dio cuenta de que la ceniza volcánica que cubría el suelo ayudaba a mantener la humedad. A partir de este hallazgo, se ideó un sistema de cultivo único en el mundo, consistente en cavar agujeros hasta llegar a la tierra fértil primitiva, enraizar la parra y construir a su lado un muro semicircular de medio metro de altura para mantener la planta protegida del viento.
En este lugar nació mi pasión por la meteorología. En las frías amanecidas del invierno conejero, mi padre me ilustraba sobre el nombre de las estrellas, los cuales le había dado a conocer, a su vez, mi abuelo. Mis ojos de niño se interesaron por las tormentas, las nieblas y otros fenómenos meteorológicos y, pronto, mi admiración por esos espectáculos hizo brotar en mí el deseo de plasmar y eternizar esos instantes fugaces, para lo cual evidentemente debía echar mano del recurso de la fotografía. La observación directa de estos fenómenos y la documentación a través de libros me fueron abriendo al conocimiento autodidacta.
Todo comenzó con una pequeña cámara analógica de un carrete de 36 fotogramas. Observaba el encuadre a través del pequeño visor y no podía saber el resultado hasta poder llevar a revelar las fotos, y muchas de ellas por mis escasos conocimientos, salían a la luz borrosas, desencuadradas o con un descuidado dedo en primer plano. Todos los avances posteriores en tecnología digital y la experiencia que he ido adquiriendo con el tiempo, me han permitido captar las instantáneas y los vídeos timelapse que me han llevado hasta aquí, siempre intentando mostrar el mundo que me rodea de una forma singular.
Por eso, queremos invitarte a esta primera exposición que tendrá lugar del 22 de julio al 4 de agosto en la planta alta de nuestro centro comercial. ¡Te esperamos!